Alberto García-Teresa Universidad Nacional de Educación a Distancia, España Un archipiélago de resistencias: la poesía de Matías Escalera Cordero Palabras clave: Matías Escalera Cordero, poesía española siglo XX, poesía de la conciencia crítica. Adentrarse en la poesía de Matías Escalera Cordero (Madrid, 1956) significa sumergirse en una poesía de verso largo, entramada, reflexiva y que hace reflexionar, con una gran densidad filosófica, que se opone, por tanto, de facto a la percepción ligera y superficial de la vida con la que nos educa la sociedad en la actualidad. La obra de Matías Escalera Cordero proporciona las herramientas para que el lector asuma (el propio texto le obliga a ello) una mirada radical, que atraviese la apariencia, que se atreva a revelar los vínculos que ligan los acontecimientos, las personas, por debajo de la desconexión con la que la modernidad líquida construye nuestros días. La dialógica explícita y la dualidad, que apuntan a la dialéctica, atraviesan y articulan de manera total su poesía. Ese planteamiento se hace patente en su obra desde la organización del primero de sus dos conjuntos de poemas editados, Grito y realidad (de 2008), que gira en torno a conceptos como «dentro / fuera» o «inmovilidad / cambio», en la confrontación en los textos de dos conceptos, dos posiciones, dos discursos coherentes o dos sujetos, y en la recuperación de ideas plasmadas en piezas anteriores en páginas previas (así construye poemarios muy cohesionados y coherentes). Igualmente, aparece a través de la apelación continua a los receptores de cada poema, como si el «yo poético» tratara de establecer con ellos ese diálogo, siguiendo principios althusserianos sobre el papel de receptor en la producción del texto (Althusser, 2011). También lo hace en la interesante superposición de voces presentes en los poemas, que se lleva a cabo con constantes, casi regulares, interrupciones sintácticas, a modo de insertos (que la menor parte de las ocasiones se marcan con paréntesis, y, la mayoría, con rayas). Releen lo escrito y lo corrigen, precisan, desarrollan o incluso contradicen, dialogando; expandiéndolo siempre. Así, se presentan dos niveles de enunciación en el texto; el primario y otro que lo revisa e interpreta. Por tanto, se está dirigiendo una mirada no unívoca a los referentes y a los signos, al entorno en su conjunto, lo cual aporta una posición filosófica y política muy clara al reclamar la necesidad de la diversidad y del contraste continuo como base para entender la realidad. De esta manera, este recurso complejiza el discurso al enriquecerlo; al matizarlo, al cuestionarlo y al desbordarlo, en suma. Por ello, a pesar de buscar lo preciso (algo a lo que a continuación me volveré a referir), se trata de una poesía que tiende a expandirse, a abarcar el máximo pensamiento posible. Sus versos, así, apuntan continuamente a lo dinámico a través de dichos insertos y los desarrollos de palabras u oraciones sobre las que vuelve continuamente. De hecho, frente al inmovilismo, exhorta al movimiento en sentido amplio; abstracto y continuo, que se identifica también con el concepto de revolución. Por tanto, el trabajo de Matías Escalera Cordero se sostiene sobre una enorme base intelectual y cultural europea y oriental, que le sirve de sustrato para sus indagaciones, y que emplea en referencias autosuficientes las cuales no buscan complacer a un público erudito, sino constituirse en elementos poéticos pertinentes y explicativos. Se comprende, así, el peso que tiene la filosofía en su poesía, en forma de alusiones y referencias (a Spinoza o a Descartes, por ejemplo), o mediante la confrontación de silogismos (enriquecidos por precisiones continuas) que resultan, en muchas ocasiones, el fundamento de sus versos, y que los dotan de un ritmo pausado y meditativo. Igualmente, también se manifiesta en la densidad y en la gran carga de contenido de sus, por otra parte, extensos poemarios, o en la exaltación constante del matiz y en la presentación de matices para mostrar la complejidad intrínseca de la realidad: «En Darfur me dijeron que en Goma / Habíamos curado también / A los asesinos para que pudiesen seguir mutilando / Y violando niñas que nosotros pudiésemos consolar...» (2008a, 126). Por ese motivo, escribe que «hoy más que nunca es necesario escupir la verdad / -toda la verdad- / y dar fe de la vida / de lo insignificante / y de lo que permanece oculto a los hacedores de los mundos» (2008a, 32). No en vano, busca la exploración de ideas, pues, como él mismo explica, se trata de una poesía «dirigida a la cabeza antes que al corazón» (2011b). Y es que, en su poesía, conviven un afán por entender la realidad y un aliento existencial que impulsan, a un mismo tiempo, sus palabras. Así, realiza una búsqueda del nombre que contenga el sentido del mundo y de sus habitantes; esto es, un nombrar con exactitud para poder comprender la realidad. Por ello, frente a todos los tipos de poesía ya dados (de los cuales hace un conciso pero magistral recuento), que considera superados, él apuesta por la precisión léxica, el desvelamiento, siempre desde la perspectiva de la lucha de clases: «Ha llegado el momento de alzar el puño -otra vez- con el nombre» (2008a: 91). Ese nombre auténtico, para Escalera Cordero, tiene capacidad emancipadora, en tanto que supone asumir plena conciencia de la condición propia («quien busca la pregunta halla la respuesta») (2008a: 92), más allá del rol que se ejerce en la sociedad: «Se nos han asignados / Todos los nombres [...] / Se nos conoce comúnmente por la función / Que desempeñamos / Y por el espacio que ocupamos» (2008a: 92). Consiste, en definitiva, en una búsqueda de la verdad. Por tanto, se constata una decidida y explícita conciencia de clase (obrera), que se articula en una perspectiva y un horizonte revolucionario y emancipador, desde y hacia el cual se enfocan los acontecimientos, los pensamientos y la voz lírica en estos poemas. Además, sirve de prisma, de baremo y de referencia continua al expresar un anhelo utópico hacia el que apuntan sus versos; el de un espacio y un tiempo donde no existan la explotación de las personas ni de la naturaleza por el ser humano. Al mismo tiempo, en sus piezas se observa una constante reflexión sobre la capacidad y función de la poesía y del poeta en este mundo injusto; sobre su papel en la lucha de clases. Para Matías Escalera Cordero, «la poesía no cambia la historia, pero sí la acompaña» (García-Teresa, 2009: 27). No en vano cada coyuntura histórica requiere de lenguajes y respuestas artísticas adecuados a sus condiciones particulares; y eso, necesariamente, conlleva el uso flexible, libre y perito del lenguaje y de las herramientas y de las técnicas propias de la literatura, para aplicarlas adecuada y eficazmente a la expresión parcial o total de esa coyuntura (y no de otra, ya pasada); por lo que sin el estudio previo y un esfuerzo coherente al fin perseguido, como quiere Brecht, no hay literatura materialista, ni arte crítico posible (2010: 99). La escritura, para él, consiste en un ejercicio muy consciente, y concibe fundamental el tener claro desde dónde se escribe y a quién se dirige. Prueba de ello es la división de cuatro de las siete secciones de Pero no islas. Poesía de un hombre corriente desilusionado (2009a) en «A mis iguales», «En primera persona», «En segunda persona», «En tercera persona» y «A los demás» (2009a: 13-16; 17-55; 57-95; 97-136; 137-139). De esta manera, se transmite la constante tensión producida por la necesidad, por una parte, de reflejar la desesperación y la injusticia con ímpetu transformador y, por otra, de construir un artefacto poemático de calidad estética que responda a ello. Sin embargo, el escritor sabe resolverla entendiendo que se puede trasladar al poema una traducción libre de los acontecimientos, en la que se enfatizan los aspectos líricos de cada hecho. No en vano, él mismo explícitamente lo lleva a cabo al reproducir fragmentos de noticias en francés o en inglés y presentar una exposición e interpretación de su contenido (2009a: 123-127). Asímismo, algunos de sus poemas incorporan datos de personas agredidas por el capitalismo, y, desde ellos, elabora una reflexión lírica. Por tanto, toma textos (supuestamente) objetivos (como informes) y los somete a una indagación sobre el mundo, explorando lo que sucede en su interior. Además, en esa reflexión metapoética, ataca a quienes, mediante el uso y la interpretación y la difusión particular de la poesía que realizan, son cómplices de la explotación y del control social. Se rebela, de este modo, contra el arte accesorio, frívolo, hueco, que desactiva la potencia subversiva de la literatura, y así denuncia la acción política que se lleva a cabo a través de esa lírica «de la nada» (2008a: 20). En ese sentido, afirma que «podría describir sin despeinarme / En endecasílabos yámbicos [... ] / Idos atardeceres [... ] / Podría hacerlo (y tener vida / literaria, / y todo lo demás) / Pero no quiero (he tomado / partido» (2008a: 124). A pesar de ello, manifiesta en su poesía un gran cuidado formal y un conocimiento profundo de la tradición literaria. Por tanto, demuestra que esa toma de partido (por el proletariado) no implica la producción de un arte de bajo o simple nivel estético. Se trata sólo de que, como opción poética, «entre el juego y el grito, puestos a elegir, elegimos el grito» (2008a: 14). Así, su poesía está marcada por una diversidad retórica y formal, fruto de una estudiada decisión de trabajar todas las vías de expresión de la literatura. No en vano, Matías Escalera Cordero ha escrito igualmente ensayo, crítica literaria, novela, cuento y teatro (incluso ha empleado el lenguaje audiovisual); y en su rica narrativa especialmente emplea multitud de procedimientos narrativos, con cierta base experimental, que siempre apuntan a un impulso inconformista y renovador(2009b;2011a). Por otra parte, se observa una desigual extensión, tanto de los poemas como de los versos que los componen, puesto que algunos son muy breves y otros son versículos. En cualquier caso, hay que destacar que logra mantener muy bien la tensión en los textos más largos. En algunas piezas utiliza metáforas y paradojas que pertenecen a distintos registros líricos, así como imágenes surrealistas, lenguaje simbólico y un tono expresionista con los que busca la sugerencia. Contrastan estos poemas con piezas de mayor registro filosófico, desarrollados mediante razonamientos, con textos de carácter fragmentario y con otros que tienden a lo ensayístico, a la glosa de un incidente o de una noticia en los que utiliza mecanismos diferentes, aunque siempre la cursiva para la cita. También destaca el cuidado uso de los encabalgamientos, al igual que el de tabulaciones, que rompen, junto a los citados insertos, el fluir del discurso para no caer en el automatismo, para que no se acomode el receptor. De esta forma, se manifiestan estructuras muy sopesadas, con una estudiada distribución de estrofas y versos en cada poema. Además, se integran en los poemarios a su vez prosas líricas, poemas en prosa y algunos pocos cuentos muy breves. En cualquier caso, lo que tienen en común es el intento de abrir en cada texto un espacio para la resonancia y para la evocación, y de ahí el frecuente empleo de parábolas y alegorías. No obstante, en algunas ocasiones, el discurso se vuelve más explícito y se enuncia desde un «nosotros». Entonces, enfrenta su deseo vitalista al miedo, a la artificiosidad y a la delectación por lo inauténtico de un «ellos». Escalera Cordero busca poetizar «lo inmensamente grande y lo inmensamente pequeño» (2009a: 11). Y, en esa línea, se pregunta: «¿Qué condena se merece una especie que desprecia, destruye y mata lo excepcionalmente ordinario?» (2008a: 80). De esta manera, como ha señalado José Andrés Calvo, refiriéndose a Pero no islas: lo cotidiano adquiere matices del más hondo existencialismo en este libro, puesto que lo que se puede señalar, escuchar, palpar o vocear son las pequeñas cosas que nos identifican como seres humanos, frente a las macroestructuras alienantes de la sociedad del Capitalismo global (2010: 29). Así, el poeta quiere expresar el dolor del ser humano, la injusticia, y utiliza con profusión imágenes de la naturaleza para describir la devastación ética de nuestra sociedad. La angustia palpita en su observación de la sociedad: «Si tenemos el desastre ahí delante de nosotros / por qué no lo vemos» (2008a: 54). Habla desde el dolor, desde la desesperación, dejando constancia del sufrimiento de los oprimidos, de las víctimas, de los permanentemente agredidos. No obstante, también ofrece una perspectiva racional de ello al desbrozar los mecanismos del sometimiento. Pretende, de esta manera, dejar reflejada la realidad de una manera directa, a pesar de los intentos de disfrazarla u ocultarla (Escalera Cordero, 2010). No se atañe a lo concreto, sino que refleja esa convicción desde una observación continua del mundo. No expone la explotación sufrida en una determinada circunstancia, sino la explotación estructural que contiene el capitalismo. Por ello, retrata una sociedad en la cual metafóricamente la gente pierde la conciencia de la vida en el proceso de explotación, pues no se realiza ni es feliz, al mismo tiempo que denuncia la automatización de nuestros días y la maquinación de los seres humanos por exigencias laborales. No en vano, resuelve: «El barullo estridente / En realidad es silencio pero de silencio de la muerte» (2008a: 109). La proclamación vitalista se torna, para el escritor, en una postura política antagonista. Contrasta entonces la vida experimentada plenamente con el sucedáneo que el capitalismo de consumo ofrece, y que se halla supeditado a la apariencia y la ostentación. De esta forma, se construye un concepto de muerte en vida que está muy presente en su poesía: «Cien veces muerto (cada día)» (2009a: 69). A la vez, la crisis económica empuja al autor a plantear continuas paradojas, lo que alimenta la sensación de desconcierto y sinsentido de los trabajadores ante nuestra sociedad: «Qué difícil encontrar un amo hoy en día... (aun habiendo dejado de soñar / el sueño aquel de un mundo sin amos)» (2008a: 155).En cualquier caso, ensalza la colectividad, que desarma el aislamiento de la individualidad, simbólicamente representada en la proclamación de que «no somos islas» (2009a: 19). La poesía de Matías Escalera Cordero habla desde la madurez en la lucha política. Así, a través de un lenguaje simbólico fácilmente interpretable, expresa una dolorosa conciencia de la derrota, la cual adquiere un peso muy notable en sus textos («nada hay / en la nada») (2008a: 65) hasta convertirse en un elemento central: «Hubo una vez un ejército cautivo / sumaban entre todos cien mil derrotas / cien mil campos de batalla / desolados» (2008a: 71). Esta se acrecienta con el abatimiento causado por el fracaso de los proyectos de sociedades socialistas y al constatar el estado de devastación del mundo que ha resultado tras el triunfo global del capitalismo. Debido a ello, alude al tiempo presente como un vacío, que se extrapola al vacío interior de los habitantes que lo viven. De este modo, se refleja una gran angustia ante la desolación («eso era lo más penoso: las derrotas sumadas una a una / y no saber a quién le importan los sueños de los cautivos») (2008a: 71), y se manifiesta una voz abrumada por la victoria de la dominación y de la explotación; de «esa muerte repetida y cotidiana» (2009a: 47). Igualmente, el poeta destaca con pesar la pérdida de la conciencia de clase: «No hace mucho [...] tuve que explicarles a mis alumnos que la palabra obrero no era una forma sutil de menosprecio por mi parte, ni una nueva (retorcida) manera de insultarles» (2008a: 76). Sin embargo, Escalera Cordero pide no dejarse vencer por el desencanto, pues afirma la vigencia de la lucha que, especifica, prosigue siendo la misma. Por eso, se identifica con los jóvenes que caen por primera vez vencidos (precisamente, esa diferencia entre generaciones aparece en varios de sus poemas). Así, su combatividad persiste, a pesar de las traiciones, de las derrotas y del hastío, y el escritor presenta un temblor de esperanza y un afán de no claudicar: «Muros más altos, levantaréis y no impediréis arribar / A las nubes que llegan del mar / Como buques cargados de sueños // [...] mas no sucede» (2008a: 103, 105). En definitiva, se aprecia una tensión constante entre el deseo (y la necesidad) de revolución, su atisbo, y su no consecución. Sin embargo, plantea que la justicia social sea real y radical, y no una cuestión de formas: «@ no nos exime de la materialidad como la limosna / No excusa la injusticia» (2008a: 145). Realiza, además, un ejercicio de revisión crítica del pasado reciente, a raíz del desmoronamiento de la URSS y del comunismo de estado, hablando desde esos territorios, desde esos pueblos, a los que conoció de primera mano al vivir allí. Y esa misma perspectiva desde dentro del conflicto se aplica al repaso que hace de distintas situaciones, y se observa también en las referencias históricas que incorpora en ocasiones, dejando constancia de la perspectiva de los trabajadores en todos los sucesos. Y, así, remarca los vínculos internacionalistas, de clase, que aún persisten. No podemos olvidar, de hecho, que esa interiorización del conflicto sociopolítico, histórico y económico y esa enunciación desde dentro del conflicto, si acaso a través de la identificación con otros iguales, son unas de las características fundamentales de la «poesía de la conciencia crítica»; tendencia de la poesía española contemporánea en la cual se inserta la escrita por Matías Escalera Cordero (García-Teresa, 2013). Mediante ello, deja constancia de la conciencia del paso del tiempo, de la mortalidad. En esa línea, reclama la necesidad de mantener la memoria, como modo de aprendizaje, a pesar de que «la memoria de aquellos días nos han sido arrebatada -a sangre y fuego- por nuestros semejantes» (2008a: 70), y batalla contra el olvido de las víctimas. No en vano, alude a la crueldad de la represión, a la muerte que provoca el Poder para mantener el statu quo: «Agitan banderas -banderolas, / bandidos- cuando repiten: Dios Patria Nación / y tiemblo» (2008a: 68). También llama la atención el uso de elementos naturales como referentes. De esta manera, el autor denuncia la contaminación y la destrucción del medio ambiente por la soberbia del ser humano, por la ciega aplicación de la ética impuesta por la sociedad de consumo. En ese sentido, Escalera Cordero plantea, por el contrario, que es posible una vinculación auténtica con la naturaleza siempre que las personas se dejen llevar por la humildad y la sorpresa. Además, otorga a esa relación elemental un ámbito trascendente, pues resulta capaz de alterar la esencia de un individuo. De igual manera, a través del amor se hace patente la materialidad. Así, en buena parte de los textos de Grito y realidad existe una apelación constante a la amada. Además, en las alusiones a las relaciones amorosas, se utiliza mucho el campo semántico de la altura, de la elevación; y así habla del amor también como un sentimiento trascendente. Por tanto, la poesía de Matías Escalera Cordero se trata de una obra radical y explícitamente dialógica, tendente a la dialéctica, muy consciente de su historicidad (no en vano, sendos relojes ilustran las cubiertas de sus dos poemarios) y de sus pretensiones y objetivos, que encierra una compleja red de relaciones y tensiones filosóficas expresadas formalmente con mucho acierto y sin intención acomodaticia. Acercarnos a sus versos, en definitiva, constituye un ejercicio detenido de limpieza de nuestra mirada. 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The poetry articulates an explicit dialogocity and duality, a dialectic indeed. This is poetry which presents an interesting juxtaposition of voices borne by constant, syntactic syncopations, like inserts which reannounce what has already been written and improvise on it, elaborating on it, correcting it, putting it more precisely, developing or even contradicting it, engaging in a conversation with it, forever expanding it. Thus, there are two levels of enunciation in the text, which converge in a somewhat incongruous perspective on the text and context, but which nevertheless leads to a very clear philosophical and political standpoint, one which pleads for heterogeneity and permanent contrast as a prequisite for understanding reality. In short, it provides us with the tools to take a fresh look at reality, which goes beyond appearances and which seeks to reveal the deeper connections that tie events and people beyond the apparent remoteness of the present as shaped by our elusive modernity. Alberto García-Teresa Universidad Nacional de Educación a Distancia, España Arhipelag uporništva: poezija Matíasa Escalere Cordera Ključne besede: Matías Escalera Cordero, španska poezija 20. stoletja, poezija kritičnega mišljenja Za poezijo Matíasa Escalere Cordera so značilni dolgi verzi; je prepletena, razmišljujoča in hkrati vabi k razmisleku, zaveda se svoje zgodovinskosti ter želja in namenov, in razpolaga s kompleksno mrežo filozofskih povezav in napetosti. Zato se de facto zoperstavlja lahkotnemu, površinskemu dojemanju življenja, ki nam ga privzgaja današnja družba. Popolnoma jo artikulirata eksplicitna dialoškost in dvojnost, ki kažeta na dialektiko. Gre za poezijo, ki kaže zanimivo preplastitev glasov, spremljajo pa jo nenehni skladenjski premori, ki kot nekakšni vrivki naznanjajo vnovično prebiranje že napisanega, ki zapisano dopolnjujejo, precizirajo, razvijajo ali celo prerekajo, skozi dialog, in vselej razširjajo. Tako se v besedilu pokažeta dve ravni ubesedovanja, ki se stečeta v neenoten pogled na označeno in na znake, na celotni kontekst, kar doprinese zelo jasno filozofsko in politično stališče, saj terja raznolikost in stalno kon-trastiranje kot nekaj nujnega za razumevanje resničnosti. Skratka, služi nam kot orodje radikalnega pogleda, ta naj preseže navidezno, si dovoli razkriti vezi med dogodki, osebami, onstran oddaljenosti, prek katere izmuzljivi moderni čas gradi sedanjost.